domingo, abril 25, 2010

Prózac

Miguel abrió eligió una píldora de la caja y se la llevó a la boca. Tomó un trago de agua e intentó hablar.

-¿Por qué me miras así?
-Actúas como un adolescente, Miguel. No puedes continuar así.
-Es lo mismo que dijo la doctora. Por eso me mandó estas putas pastillas.
-Eso sólo es para que tu organismo se equilibre. Pero lo otro debes solucionarlo tú mismo.
-Hablas cómo si fuera tan fácil- replicó Miguel- No pensé volver a pasar por esto. Siento que todo me va mal, que el mundo juega en mi contra. Me siento tan solo.
-¡Ay "Pelo"! tu decides ser feliz o no. Aquí no hay culpables, tan sólo consecuencia de tus actos y tus decisiones.
-Odio que me llames así- dijo Miguel.
-Esconderte y alejarte de todos, llamar a Connie luego de casi un año, comportarte como un antisocial. No haga el ridículo...Miguel.
-Está claro: el problema soy yo.
-Tampoco te compadezcas... sólo te digo que seas consecuente. Tu eres muy importante Miguel. En tu vida, no debe haber otra persona más importante que tú, grábalo en tu mente o tatúalo si quieres.

-Y ahora tú. Cada vez que me buscas, me dejas preocupado- dijo Miguel, entre sollozos.
-Oye, tu me buscaste. Pero eso no importa. Si me necesitas, igual estaré ahí, sé que quizás esto te confunde un poco. Pero sabes bien el qué nos une.
-Sí, lo sé- dijo Miguel.

No se atrevió a devolverle la mirada. Pero Miguel sentía que él estaba ahí observando cada gesto. Solía hacer eso.

Miguel salío de su habitación, y cerró la puerta. En ella sólo quedó el eco de su voz y el espejo con quien solía hablar cuando iba medicado.

1 comentario:

Franco Pescorán G. dijo...

dorian gray!! con remordimiento jeje