lunes, enero 28, 2008

Tres disculpas

Miguel y Lucía se habían conocido en el primer año de instituto. Por aquellas épocas Miguel aprendió lo que era tener una enamorada oficial y varias no oficiales. Lucía, era ingenua y eso hizo las cosas fáciles. Finalizando el año, las mentiras no pudieron ocultarse más y la infidelidad de Miguel salió a la luz. Él, sin mucha pena, aceptó el rompimiento y posterioremente, a causa de nuevos horarios, tuvo cada vez menos noticias de Lucía.

-Aló, ¿Lucía? - Preguntó Miguel.
-Sí ¿quién habla?- respondió una voz familiar.
-ehh...soy Miguel. Quizás te sorprenda esta llamada
-Vaya, pues en realidad me sorprende bastante. ¿A qué se debe este milagro?- dijo Lucía, sin ocultar su falta de entusiasmo
-Bueno... llamaba para saber cómo te había ido todo este tiempo- inventó Miguel

Hacía poco Miguel había visto una película de suspenso llamada Línea Mortal. En dicha película, unos estudiantes de medicina se provocaban, entre ellos mismos, lo que se conoce como muerte clínica y luego se resucitaban; todo con el objetivo de anotar lo experimentado durante su corta experiencia con la muerte. El problema de sus experimentaciones, era que todos se traían del 'mas allá' recuerdos sensibles de su pasado, que se materializaban en vengativos justicieros que atormentaban a los protagonistas.

-Estoy bien, estoy trabajando en una consultora. No me pagan mucho, pero algo es algo- dijo Lucía, cortésmente.
-Mira Lucía, realmente te llamaba porque....no sé como decirlo... nunca te pedí disculpas por todo lo que pasó. Me porté muy mal contigo. Tú no lo merecías, yo fui una basura. Discúlpame por favor- digo Miguel
-Oye, no es necesario -dijo Lucía, tras una pausa- Eso ya pasó hace mucho tiempo y ahora no es momento de disculpas.
-Es que necesito que me disculpes. Las cosas no me van bien y creo que necesito tu perdón -dijo Miguel mientras sentía que su voz se quebraba.
-Oye Miguel, tranquilízate. Yo estoy bien, ahora tengo mi mente ocupada en alguien y soy feliz. Déjalo ahí. Te perdoné hace mucho ¿okey? Quédate tranquilo.

Miguel tenía recuerdos de los cuales no se sentía orgulloso. Llegó a pensar que lo que le había sucedido durante este último año, era el resultado de corazones malheridos, que había dejado en el camino. Los últimos acontecimientos le dejaban un sentimiento de temor a ser abandonado en cualquier momento: Fátima lo había engañado con su ex. El comportamiento de ella lo hacía sentirse inseguro y fácilmente influenciable.

Inspirado en la película que había visto, Miguel decidió que tenía que disculparse con su pasado...

-¿Aló, quién es?- dijo una voz femenina.
-Hola Roxanna, soy yo, Miguel.
-¿Miguel? qué sorpresa! hace tiempo que no sé de tí. ¿cómo has estado? - respondió una voz calmada.

Miguel nunca se enamorado realmente de Roxanna. Una compañera de instituto los presentó y al pasar las semanas, y luego de un campamento, le pidió ser su enamorado. En el fondo el sólo quería acostarse con ella. Al inicio Roxanna se mostró cautelosa, pero finalmente logró enamorarse. Al pasar unos meses, y al haber superado el interés inicial, a Miguel le importó poco dejarla llorando en la puerta de su casa: Roxanna no quería terminar con él y Miguel quería ser libre. Un par de encuentros más en un hostal, y la falsa ilusión de reconciliación, terminaron reduciendo su contacto a distantes llamadas telefónicas.

-Pues estoy mas o menos- dijo Miguel- En realidad no muy bien. Recuerdas que te hablé de Fátima? la chica de mi trabajo?
-Ah creo que sí, estabas con ella no?- recordó Roxanna.
-Pues tenemos cerca de un año, pero no nos va muy bien... pucha... siento que todo lo que hago es muy poco para ella. me ha pedido terminar varias veces, llegó a engañarme con su ex-novio y... no sé, todo indica que no me quiere. Pero... yo estoy enamorado de ella.
-mmm... sé muy bien de qué me hablas Miguelito. Lo sé muy bien- dijo Roxanna.
-no sé que hacer Rox, creo que la vida me está devolviendo todo lo malo que alguna vez he hecho sentir. Y eso te incluye a tí. Yo te hice sentir mal, quiero que me perdones por favor- dijo Miguel.
-Ay Miguelito. Eso ya fue - dijo Roxanna.
-Eres, demasiado buena Roxanna. En realidad sé que actué mal y que me aproveché, espero puedas perdonarme algún día- dijo Miguel mientras secaba sus lágrimas.
-En mi caso, yo sabía en qué me metía. Así es la vida Miguel. Te deseo lo mejor, en verdad. Ojalá puedas salir de tus problemas con Fátima.
-Muchas gracias Rox...muchas gracias en verdad.


Miguel siguió revisando su agenda. El último número que pensaba marcar era el de Carla, la apasionada madre soltera que conoció en una reunión y a la que hizo ilusionarse para llevársela a la cama. Pero después de unas semanas de estar saliendo, Miguel entró a trabajar y terminó con ella telefónicamente... no quiso verla más. Había conocido a una chica interesante en su trabajo llamada Fátima.

-¿Me puedes comunicar con Carla por favor?- preguntó Miguel, cuando oyó una voz masculina.
-¿De parte de quién? -dijo el hombre
-De Miguel
-¿Miguel? ¿Qué quieres de ella cabrón? suficiente daño ya le has hecho a mi hermana- dijo con tono enfurecido.
-eh... disculpa, solo quería saludarla hombre! -dijo Miguel tímidamente.
Se oyo un ruido en la línea y una voz femenina que luego se acercó al teléfono, era Carla:
-Hola Miguel, sorry...ya sabes, mi hermano es bastante celoso.
-eh.. no pasa nada Carla, esta bien. Sólo quisiera que me escuches un segundo. No te voy a quitar mucho tiempo.
-Oye se te oye raro. ¿Qué pasa?
-Carla, pensarás que estoy loco, pero sólo te puedo decir que no estoy pasando por un buen momento, tengo problemas a nivel personal y... no se... todo esto me hace pensar en cosas que hice mal y en personas que he dañado alguna vez... Por eso te llamo Carla: te debo una disculpa por todo lo que pasó, me porté como un patán contigo y tu no te merecías eso... sólo es eso, quería pedirte perdón.
-Bueno, es lo mínimo que esperaba de tí Miguel. Creo que nunca fuiste sincero, pero no te puedo decir te odio o algo así. Lo que pasó me hizo conocer mucho más a los hombres.
-No sé que decir Carla, en serio perdóname- Dijo Miguel
-Esta bien Miguel, no hay problema, estás perdonado.


Miguel colgó y pensó que en el fondo Carla era una admirable madre que hacía lo que mejor que podía para equilibrar su búsqueda de felicidad junto a la de su hijo. Un reto difícil.

La semana siguiente transcurrió de forma mas apacible que las anteriores. Fátima no se mostró tan fría como acostumbraba a ser, ni se inventó un motivo para terminar con él. Miguel pensó que quizás las culturas milenarias no se equivocaban y el mundo quizás funcionaba buscando cierto equilibrio divino: todo lo que damos un día, el destino nos lo devuelve después. Aún así, no le contó nada a Fátima. Ella era inteligente y práctica. Para ella, estas ideas habrían sido un ejercicio ridículo del pensamiento. Además, Miguel no podía mostrarse débil, sino como un hombre con ideas claras, seguridad y los recursos suficientes para hacerla feliz, aunque por dentro él sintiera que su corazón se hacía cada vez más pequeño.

lunes, enero 14, 2008

El mismo amor, la misma lluvia

Hace un mes comencé este diario para aclarar mis sentimientos por Laura. Al no dignarse a llamarme en todo este tiempo, tengo claro que Laura, mis sentimientos y este diario se pueden ir a la reputísima madre que los reparió.

El mismo amor, la misma lluvia, película de Juan José Campanella.