lunes, julio 19, 2010

Cita en el Tortoni

Elegí citarnos en el Café Tortoni. Tradicional lugar argentino por el cual habían pasado literatos de la talla de Borges. El sitio tenía mucho en común con las aficiones que que tanto Miguel y yo compartíamos. Cuando él llegó, lo vi delgado cómo siempre, enfundado en un pantalón pitillo y zapatillas Converse. Connie, como siempre, con sus ojos azules detrás de gafas "vintage", sus buenas tetas y el piercing en el labio inferior. Ambos formaban una curiosa pareja.

Recuerdo exactamente cómo empezaron y las etapas por las que atravezó su relación. Miguel había conocido a esta chica por internet cuando aún estaba con Camila. Cuando él y Camila terminaron, me dijo que se iría a Bs Aires a visitar a sus amigos músicos. Ahí conoció en persona a Connie: antropóloga de profesión y punky de corazón. Sus trabajos en ONG's le permitían dedicarse a su pasión: viajar y experimentar. Connie, fue tal vez el inicio de un nuevo Miguel, gracias a ella, él se dio cuenta de que el mundo nos pertenece a todos, de que las fronteras están en nuestra mente y que los sueños existen para alcanzarlos. Connie era un ser tan libre que a veces me preguntaba cómo ella y Miguel podían estar juntos Miguel la invitó a Lima, al depa que tenía en San Borja. Luego él, sorprendiéndonos a todos nos dijo que renunciaba a su trabajo y se venía a Argentina para probar suerte.

Miguel, me contó que el toque europeo de Buenos aires le fascinaba, que era algo que lo había encantado desde el inicio.

- Y por dónde están viviendo, le pregunté a Marco.
- En el piso de Connie, por Avenida Callao, en pleno centro. ¿Y tú? -contestó él.
- Me quedo en casa de una amiga, la que estudia música, tu que estás en esa onda quizás la conoces. Estos días quiero ver temas de negocios y de ahí regreso a mis cátedras en la universidad, y tú Connie, ¿cómo ves a Miguel en tu querida argentina?.
- Ni tan querida, ¿viste?...Buenos aires es una ciudad con mucho quilombo, una selva, ¿me entendés? No es como Europa, pero vos si querés podés hacer cosas. Y bueno, a Miguel no es que le cope demasiado el invierno, pero tiene que aprovechar. Vos también- dijo Connie dando una calada al cigarrillo.
- Claro flaca! – contesté- Y ¿piensan viajar? o se quedan en Bs Aires.
- Quizás a Misiones, a visitar Iguazú, y las tres fronteras. Aún no las conozco- contestó Miguel.

Dentro de todo, se les veía bien. Luego nos reencontramos antes de regresarme a Lima. Posterioremente el contacto siguió por esporádicos emails. Esa vez Miguel no mencionó nada, lo ocultó as su manera. Más adelante me explicó que a Connie la sentía distante. No me mencionó de alguna persona más, pero yo creo que él lo presentía, Miguel siempre ha tenido ese denominador patológico pensando que que detrás de su relación hay alguien más. Quizás era una excusa para proteger su inseguridad al amor.

Me acaba de llegar una postal, Miguel me cuenta que es muy probable que viaje a Reino Unido, pero primero debe regresar a Lima para cerrar la venta de la antigua casa de su madre. De sus hermanas no tiene noticias. No sé que diablos irá hacer en Europa, pero él se la va a jugar, y tampoco sé que diablos irá hacer ahora allá, sólo sin su Connie.

Escrito en colaboración con Franco

domingo, abril 25, 2010

Prózac

Miguel abrió eligió una píldora de la caja y se la llevó a la boca. Tomó un trago de agua e intentó hablar.

-¿Por qué me miras así?
-Actúas como un adolescente, Miguel. No puedes continuar así.
-Es lo mismo que dijo la doctora. Por eso me mandó estas putas pastillas.
-Eso sólo es para que tu organismo se equilibre. Pero lo otro debes solucionarlo tú mismo.
-Hablas cómo si fuera tan fácil- replicó Miguel- No pensé volver a pasar por esto. Siento que todo me va mal, que el mundo juega en mi contra. Me siento tan solo.
-¡Ay "Pelo"! tu decides ser feliz o no. Aquí no hay culpables, tan sólo consecuencia de tus actos y tus decisiones.
-Odio que me llames así- dijo Miguel.
-Esconderte y alejarte de todos, llamar a Connie luego de casi un año, comportarte como un antisocial. No haga el ridículo...Miguel.
-Está claro: el problema soy yo.
-Tampoco te compadezcas... sólo te digo que seas consecuente. Tu eres muy importante Miguel. En tu vida, no debe haber otra persona más importante que tú, grábalo en tu mente o tatúalo si quieres.

-Y ahora tú. Cada vez que me buscas, me dejas preocupado- dijo Miguel, entre sollozos.
-Oye, tu me buscaste. Pero eso no importa. Si me necesitas, igual estaré ahí, sé que quizás esto te confunde un poco. Pero sabes bien el qué nos une.
-Sí, lo sé- dijo Miguel.

No se atrevió a devolverle la mirada. Pero Miguel sentía que él estaba ahí observando cada gesto. Solía hacer eso.

Miguel salío de su habitación, y cerró la puerta. En ella sólo quedó el eco de su voz y el espejo con quien solía hablar cuando iba medicado.

martes, abril 13, 2010

Espiral

Los rayos de sol se filtraba por la ventana. Miguel se frotó los ojos para despertarse completamente. En el ambiente contíguo, se oía a Connie ocupada en la cocina. Él se incorporó intentando encontrar su boxer debajo de las sábanas.

-Malditos boxers, siempre se esconden cuando los busco- pensó.

Se dirigió a la cocina, mientras sentía que los minutos avanzaban velozmente.

-Debes preparate. La gente no tardará en llegar- dijo Connie.
-Si claro- respondio Miguel, tratando de recordar de quiénes se trataba

Horas más tarde, el Sol brillante en lo alto, la gente estaba sentada en las mesas o reunida en grupos charlando. Una música nostálgica sonaba de fondo, mientras unos iban y venía saludando a Miguel. No recordaba cuándo fue la ultima vez que vio a tantos rostros familiares en un mismo lugar.

-¡Pero si es Marcos! ¡Cómo has llegado hasta acá hombre!
-No podía faltar- dijo él, dándole una palmada en el hombro.
-Wow.. esto es muy loco... que gusto verte. Hacía mucho tiempo- dijo Miguel, sorprendido.
-Así es brother... ¿ya ha llegado Fátima?, me dijo que vendría.
-¿Qué? ¿Connie la ha invitado?- preguntó Miguel.
-¡Claro tonto!. Pero ¿sabes?. Quién no pensé que vendría era Camila.
-¡No jodas!... ¿ha venido? no la he visto aún.
-¡Si! Estaba en la entrada, vino acompañada. También me crucé con tu Belinda, pero no sé si entendió "my bad english".
-¿Esto es muy surrealista no?- dijo Miguel.

Connie interrumpió la conversación:

-Amor, hay alguien que te gustará ver, Sígueme.

Lo guió por un costado del jardin, la casa parecía más grande e irreconocible que otras veces. Bordearon el jardín entre grupos de parientes que saludaban a Miguel mientras él pasaba cerca a ellos. Sus amigos de la universidad alzaron unas copas cuando lo vieron pasar. Más allá su primera banda de rock le hicieron una señal con la cabeza. No muy lejos, algunos chicos de su antiguo barrio le sonrieron. Miguel no salía de su asombro y tampoco alcanzaba a recordar sus nombres.

-Cónnie esto es raro. ¿Cómo has podido reunir a todos ellos? -preguntó Miguel.
-La situación lo ameritaba- contestó ella.

Se detuvieron detras de una pareja de ancianos que voltearon al sentirlos llegar. Miguel sintió que su corazón aceleró cuando su abuelo le dirigió la palabra. Ambos llevaban cerca de diez años fallecidos.

-¿Cómo es posible?- dijo Miguel, retrocediendo con miedo.
-Miguelito no debes tener miedo.

Miguel empezó a asociar ideas: su falta de memoria, la gente que había venido a verlo desde tan lejos. Comenzaba a tener una idea de lo qué pasaba.

-¿Estoy muerto?- preguntó

Connie a su lado con rostro cambiado. Asintió con la cabeza.

-Te estas despidiendo de la gente que fue importante en tu vida- explicó Connie.
-¿Pero cómo fue? ¿qué me pasó? no recuerdo nada-
-Fue una motocicleta- dijo Connie tristemente.
-Pero si yo no tengo motocicleta, ni sé conducir una- replicó Miguel.
-No la conducías tu- contestó su abuelo
-¿Y ahora? ¿qué debo hacer? -preguntó Miguel.
-La vida gira formando un espiral, para aprender de los errores. ¿Llegaste a encontrar el tuyo?.

Miguel abrió los ojos y despertó en su habitación, con el sol que le daba de lleno en el rostro. Respiró profundamente y sintió alivio de haya sido un sueño. Fijó su mirada en el póster de M.C. Echer pegado a la pared: "Simetrías". Belinda hacía unos días que se había marchado. Connie hacía un año que estaba en algún país del tercer mundo, quizás, con un nuevo y exótico novio. La cama parecía más grande que nunca.

Más tarde, caminando hacia el supermercado, con los pensamientos en las nubes, no se percató en unos de los tantos grafittis que solían estar dibujados en el vecindario. El mensaje no se distinguía con claridad, pero lo que si se notaba, aún, era un curioso espiral de color naranja que resaltaba en la sucia pared.

jueves, febrero 11, 2010

La moneda de Camila

-¿Y que harás en Australia?- preguntó Miguel.
-Trataré de estudiar inglés, no puedo trabajar aún. Así que iré a clases- respondió Camila.
-Es algo raro ¿no?, te conozco poco tiempo, pero siento que te extrañaré. Nos hemos hecho buenos amigos- dijo él, sonriéndole.
-Si, vamos a ver qué pasa. Yo también te extrañaré- afirmó Camila, tratando de disimular su rubor.

La noche siguiente, en el aeropuerto. Camila dejaba todo listo para tomar el vuelo intercontinental hacia Melbourne, donde pasaría una temporada en casa de su hermana mayor.

-No voy a necesitar estas monedas que me han quedado en la cartera. ¿No las quieres?- preguntó Camila
-Tengo suficientes. Mi trabajo me lo permite- bromeó Miguel -Guárdalas para cuando regreses-
-No sé si regresaré, anda quédate aunque sea con una- dijo ella.
-mmm....está bien, pero quiero que le hagas una marca, así no termino pagando un cigarrillo con ellas. Además te la podré devolver cuando te vea de nuevo – dijo él.

Camila, apagó el cigarrillo, sacó un lapiz de labio de la cartera y dibujó un smile sobre la moneda de un nuevo sol, alcanzándosela a Miguel inmediatamente. Él guardó la moneda en su bolsillo y se despidió de Camila con un largo abrazo, mientras le susurraba al oído: “Quiero tener noticias tuyas para sentirme orgulloso”.

Minutos mas tarde, Camila, ubicada en la cabina del avión, pensaba cómo era posible que ese tal Miguel -que parecía tan interesante- haya sido dejado por su antigua novia, como él le había contado. -Ni bien llegue a casa de mi hermana, le escribiré un email- pensó ella. El avion aceleró con fuerza e inició su ascenso, mientras Camila, mirando las luces de Lima desde la ventanilla, sintió un hormigueo en el estómago que no supo distinguir si era causado por el vuelo o por este chico que dejaba en tierra.

Miguel, ya en su departamento, cogió un pedazo de papel y escribió el nombre de Camila junto a la fecha y la frase “...de Camila antes de irse a Australia”. Colocó la moneda en un envase de plástico y lo acomodó en el estante. -Mañana le escribiré un mail, esta chica tiene un gran corazón y es muy linda- se dijo Miguel. Mientras sentía un familiar hormigueo en el estómago del cual tampoco supo distinguir la causa.

martes, febrero 02, 2010

Una vez más


Una vez más, que se convierte en experiencia.
Una vez más, que no suma, sino que resta.
Una vez más, que se lleva un poco de mí.
Una vez más, que convoca espectros.
Una vez más, no tan desconocida para mí,
Una vez más, que es sorprendente e inesperada.
Una vez más, que tira las bridas y me hace desmontar.
Una vez más, que me obliga a pensar qué es lo que hago mal.
Una vez más, donde lo más importante de mi vida...debo ser yo.