lunes, noviembre 10, 2008

La cúpula celeste

La ciudad se veía triste, como muchas veces la había recorrido en taxi rumbo a casa de Fátima. Esa noche el corazón de Miguel corría de emoción, la iba a ver después de varias semanas. Habían quedado en ser amigos, pero cómo conformarse a ser sólo amigo de Fátima, la mujer que había provocado un antes y un después en su vida. La persona con la que aprendió a poseer una mujer y no una adolescente. La mujer a la que había perdonado dudas, temores y falta de fe en la relación.

Esa noche, volvería a ser de él. El cambio de trabajo había traído sus complicaciones, ausencias y un rompimiento hacía un mes. Sus intentos de verla nuevamente fueron infructuosos, ella insistía en darse un tiempo y él la había esperado. Pasadas las semanas, él no podía dejar de pensar en ella. Cuando por fin él le pidió visitarla, con la voz temblorosa al teléfono, Fátima aceptó verlo.

Al entrar a su casa, la vio radiante, como siempre él la veía. Fátima lo hizo pasar a la sala y él sintió que ella iluminaba la habitación. Ella empezó contándole su reciente rutina del trabajo, el curso de titulación y pequeñas cosas de su familia. Cuando la conversación agotó los temas banales, Miguel no resistió más:

-Te necesito a mi lado Fátima, te amo. Por favor hay que darnos otra oportunidad.
-Miguel, pensé que eso ya lo teníamos claro. Lo nuestro no funciona y mejor es que lo dejemos como está.
-Por favor Fátima, no me puedes hacer eso. Yo te amo. Regresa conmigo.
-No Miguel, es que, lo nuestro ya se acabó.
-Pero Fátima, podemos intentarlo.
-Es que no Miguel, no puedo.
-¿Como que no puedes? de qué hablas, es cuestión de que nos lo propongamos. Todo se puede.
-No puedo Miguel. Mucho menos ahora.
-¿Cómo? ¿que quieres decir, con 'mucho menos ahora'? No me vas a decir que estas saliendo con alguien.
-Pues si, por eso mismo no puedo.
-Me mientes, lo dices para que no te insista.
-No voy a regresar contigo Miguel y te digo en verdad que estoy saliendo con alguien.

Miguel siempre había temido que algo así pase. Su mayor inseguridad era perderla. Ella era una mujer atractiva, mucho más atractiva que las chicas promedio. Su relación siempre había tenido la amenaza de Francisco, el ex-novio. Él había sido una sombra que esperaba al acecho de sus peleas para ir detrás de ella. Esto no podía estar pasando... hasta dónde el sabía, Francisco se había regresado, con resignación, a la ciudad que lo vio nacer, hacía meses.

-Pero, sólo estás saliendo con esa persona, o ¿has empezado una nueva relación?.
-He empezado una relación, ahora tengo enamorado.

Cuando Miguel oyo esas palabras, pasó de la negación al pánico. Algo se rompía en su interior,

-Y de quien se trata- Preguntó Miguel, con la voz cambiada.
-No te lo puedo decir.
-Pero ¿como?, merezco saberlo. Dímelo por favor.
Fátima guardo silencio y desvió la mirada.
-Si te lo digo, prometes no hacer nada, para molestarme?
-Lo prometo. ¿Cómo podría hacerlo?
Fátima dudó un instante, que pareció eterno, antes de contestar:
-Es Gerardo
Miguel trató de recordar ese nombre pero no recordó a ninguno con ese nombre de entre los amigos de Fátima.
-¿Quien es Gerardo?
-Gerardo, el de la oficina.
Recién en ese momento, Miguel recordó al típico individuo divertido de las reuniones del trabajo, el que tenía una respuesta ingeniosa para todo y para todas. Quien, la noche de la reunión porque Miguel empezaba en otro trabajo. le dijo: no te preocupes, que acá cuidamos a tu novia.

-¿Pero cómo? ese oportunista.. ¿cómo ha podido? es un hijo de puta!.
-No digas eso Miguel, él es una buena persona y ahora estamos intentando tener algo serio.

Miguel sintió que en su estómago iba creciendo un vacío que lo empujaba hacía un abismo de dolor. Se despidió de Fátima, sin dejar de suplicarle inútilmente que le diera una oportunidad. Ella lo miró cómo sólo ella sabía hacerlo -mezcla de ĺástima y sabiduría- diciéndole que le deseaba toda la suerte del mundo, que él era una buena persona. Miguel se preguntó cómo podría encontrar la felicidad sin ella a su lado.

Miguel la miró por última vez en el portal y se despidió de esa casa, donde hacía un mes ella le había dicho que lo amaba mientras él la arropaba en su habitación. Las calles se veían mas tristes, el suelo seguía húmedo y la neblina empezaba a descender. Miguel sentía que una parte de él se moría al despedirse de esa casa, junto a la cúpula celeste, que esa noche apenas se distinguía.

martes, septiembre 23, 2008

Un ladrón en el autobus

Era julio del 2005 y, a la salida del trabajo, me vi obligado a ir al Centro de Lima en busca de un suministro de cómputo. Siempre tengo cuidado cuando viajo en el transporte público, y mucho más si se trata de un bus a "hora punta". Esa tarde, las opciones no eran muchas, así que abordé el primero que llegó al paradero.

Una vez dentro y conforme iba avanzando entre las personas del bus, busqué ubicarme cerca a la puerta posterior y, así, descender sin problemas al llegar a mi destino. La unidad estaba excedida en su capacidad y el avanzar era una tarea difícil. Todo eso sumado a la sensación de tener los bolsillos (lugar habitual de mi teléfono celular) desprotegidos.

Llegando a mi parada destino, mientras el autobús se detenía, vi que un hombre, después de pasar a mi lado, escondía algo en su mano. Me alerté y observé con sorpresa que el sujeto tenía en su mano mi teléfono celular. Yo lo quedé mirando y supongo que él se sintió descubierto. Sin darle más tiempo y por acción refleja, me abalancé sobre él con la intención de recuperar mi teléfono.

El autobús se encontraba detenido y el que nosotros nos encontráramos en plena riña hizo que el público alertara al chofer de la situación. Éste cerró la puerta mientras nosotros seguíamos intercambiando empujones e insultos.

La unidad de transporte inició nuevamente su marcha, y yo, tomando un respiro, le increpaba por su cobardía, y él negaba todo, insinuando que yo era quien había intentado quitarle "su" teléfono. Pude sentir algunas miradas reprobatorias que, al parecer, estaban en complicidad con él.

El bus se detuvo unos metros más adelante y abrió nuevamente la puerta. Al encontrarme alejado de mi parada, y con la resignación de no haber recuperado mi aparato, salí del bus.

Caminé por la Avenida Wilson, con los ánimos y orgullo por los suelos, y me puse a revisar que no faltara alguna otra cosa. Metí la mano a mi bolsillo y, menos mal, mi billetera seguía ahí junto a mis llaves. También descubrí, con vergonzosa sorpresa, un objeto familiar: mi celular.

El evidente parecido (mismo color y modelo) y la sensación de inseguridad, habían hecho que me comporte (al menos, durante unos minutos) como un ladrón de microbús al querer quitar de las manos, el teléfono de aquel sujeto.

Esta ciudad insegura me había convertido, en un ladrón ocasional de poco éxito (felizmente).

sábado, septiembre 20, 2008

Memes, memes y más memes

Estoy un poco flojo para postear.. así que aprovecho un meme que me pasó Sheila (LEKOTELLA). Tengo que escribir seis cosas que me gustan y seis cosas que no me gustan (tipo película Amelie). Junto a estas reglas, colocar un enlace a quién me eligió y seis personas más, para que lo continúen en su blog...seis, seis, seis

6 Cosas que me gustan:

  • El contraste de la piel blanca sobre mi piel morena

  • El sonido de una guitarra ligeramente distorsionada

  • El olor a libro nuevo (...snif...)

  • El texto 'star wars' apareciendo en pantalla gigante

  • Comer una galleta oreo empezando por el relleno

  • Oir la risa de mi madre

6 Cosas que NO me gustan:

  • Que un cobrador de combi me diga: 'acomódate flaco' (cuando la comodidad es un término incongruente con el viaje en combi)

  • Las mujeres que abusan de los diminutivos y/o hablan como púberes

  • Que alguien me pregunte cómo se baila el rock...pfff

  • Que me pregunten por messenger '¿Que ha sido de tu vida?' cuándo acabo de escribir en mi blog todo lo que hice en el ultimas semanas

  • Los charcos de agua que quedan después de una garúa en Lima

  • Planchar la ropa, en pleno siglo 21 no debería ser necesario

Se lo paso a:

De Verdades y medias.
25digital
Apuntes sueltos de un comodin...
Simplemente Yo الين فيدور
Pabladas
Vivencias, anécdotas y trasnoches de insomnio

Ya tienen pretexto para actualizar sus blogs.

Nota: No importa si no tienen seis contactos, la cosa es que publiquen algo. Y si alguien sin blog se anima, me lo deja como comentario.

miércoles, julio 23, 2008

El mundo no es justo

¿Y quién dijo que lo sería?
Yo no, tu tampoco
¿Por qué tendría que serlo?
¿Qué me queda? ¿Qué nos queda?
Sobrevivir, lo único que vale la pena.
Mis sueños no quieren hacerse realidad -por el momento-
Maldito karma, no me vencerás...


Reflexiones nocturnas

miércoles, junio 11, 2008

Sueño o Realidad

Lo debo haber soñado. La realidad, en ocasiones, parece una ensoñación. Y lo sueños, otras veces, parecen la realidad. A veces he querido no despertar y seguir en mi mundo onírico.

En mi sueño me encontraba en una ciudad de cielo grisáceo, cuando de pronto las nubes aparecieron y cayó una pequeña lluvia. El agua producto de aquella lluvia se fue filtrando y el resto se evaporó una vez terminada. No vi pozos o charcos que me dificulten el andar, las calles estaban hechas para que así fuera.

Seguí caminando y crucé una avenida a la señal de un -inteligentemente colocado- semáforo, que anunciaba su luz verde mediante un sonido intermitente para que los invidentes pudieran seguirlo. Seguí mi rumbo incierto y me pareció extraño no oír bocinas de autos... aunque éstos estaban ahí, pero al parecer, seguían una especie de invisible orden y coordinación. Ninguno realizaba arriesgadas maniobras bloqueando el paso de los que venían detrás.

Luego vi un autobús que llegó a donde yo estaba, me dí cuenta que estaba en un paradero, el cual tenía indicado que líneas se detenían en ese lugar y un plano del recorrido de las mismas. Abrí mi mano y vi que sujetaba un ticket. No recordaba cómo lo había conseguido, pero subí al autobus y lo introduje en un dispositivo que me indicó que me quedaban 4 viajes más.

Una chica preciosa, que vestía un traje de la india -y de rostro familiar- me dijo que la mayoría de gente se movilizaba por las entrañas de aquella ciudad usando trenes que corrían por el subsuelo, los llamaban "metros". Ella me llevo a una de las estaciones de galerías subterráneas. Habían muchas escaleras eléctricas, y la gente siempre dejaba un 'carril libre' -el de la izquierda, generalmente- para quien deseara subir o bajar con prisa por ellas.

La dulce chica -que fui reconociendo- me llevó a una librería, con muchos libros en varios idiomas, muchos comics e historietas. Algunos jóvenes estaban sentados en el suelo leyéndolos, no había ningún vendedor que se lo impidiera, luego me hizo conocer una isla, la isla estaba vacía y me dijo que la siguiera...en eso escuché una alarma... mi alarma... un despertador. A lo lejos vi un avión, vi el mar, vi mi reloj, abrí los ojos y me desperté.

Todo fue muy real... ¿lo soñé o realmente lo viví? Antes que acabe este año lo sabré.