domingo, septiembre 30, 2007

La habitación de Miguel

"Dicen que si las habitaciones hablaran nos contarían muchas cosas. Pero, ahora que te veo el rostro de nuevo y este ajeno color, me pregunto: ¿Qué contarías tú?

Quizás puedas contar de cuando dormí por primera vez aquí a los quince años. De cómo me acostumbré a tenerte para mí después de haber compartido una habitación con mis hermanas y mi madre. Contarías las veces que me alejé del mundo oyendo música y queriendo ser como esos personajes que tenía pegados en tus paredes. De mis primeras conversaciones telefónicas adolescentes y de mis primeras desilusiones.

Podrías contar de mi etapa en el instituto, cuando aprendí, aparte de lo académico, lo que era ganar, perder, amar y traicionar.

O de la noche que me sentí morir, cuando Fátima empezó una nueva relación con ese sujeto de la empresa. También de mis siguiente noches destructivas. De mis madrugadas disipadas y de mi felicidad artificial. O de cuando conocí a Camila.

También podrías contar de cuando me deshice de esos recuerdos que sólo ocupaban espacio y no me dejaban verte tal cual. De cuando cerré tus puertas de forma definitiva, para emigrar a otras tierras.

Ahora he regresado ¿me reconoces?. Ya no soy esa persona que cobijaste y acompañaste en sus horas más íntimas. Tú no eres la misma tampoco, te veo más pequeña, incluso hasta noto más frágil. Y es que no sólo fuiste mi habitación, fuiste mi espacio, mi mente, mis recuerdos de adolescente y de hombre.

Hoy cerraré el trato con esos amables extraños y ya no te veré. Tus nuevos inquilinos te traerán más cosas que podrás contar en un universo imaginario, en un universo en donde las habitaciones pueden hablar."

Miguel cerró la puerta, salió de la casa y entró al auto. Miró a través del retrovisor, la casa que no volvería a ver jamás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que si las paredes hablaran, tambien necitarian un blog para comentar cada cosa que han visto y han escuchado, las veces que las hemos pintado o adornado con cada etapa que hemos pasado.

Franco Pescorán G. dijo...

nostalgico, al parecer conforme están pasando los años vamos dejando y despidiendo de los recuerdos, es una ida suave, ligera, sin traumas